Tres gráficos que muestran la creciente precarización del trabajo en España
Los nuevos empleados españoles suelen trabajar menos de 30 horas semanales y con una duración de contrato cada vez más breve. Esto tiene como consecuencia mayor precarización del trabajo, pues a la par que la duración del contrato también empeora la remuneración así como otras condiciones laborales.
Los últimos datos han revelado un aumento de la afiliación a la Seguridad Social en los meses de febrero y marzo con respecto a los mismos meses del año anterior. Sin olvidar que el número de afiliados estaba ya en un nivel muy deprimido y que por lo tanto era muy difícil que siguiera empeorando (y relativamente fácil que mejorara), es normal que la noticia sea considerada positiva a primera vista.
Sin embargo, estos datos no nos dicen nada de las condiciones de trabajo de esos nuevos trabajadores que ahora cotizan a la seguridad social: no nos dicen cuánto trabajarán, ni cuánto cobrarán, ni siquiera cuánto cotizarán a la Seguridad Social.
A continuación se utilizarán una serie de datos que ofrecen los Servicios Públicos de Empleo para dibujar un mapa más completo de la evolución del mercado laboral. Aunque estos datos presentan limitaciones importantes que no pueden ser olvidadas, los resultados son coherentes con lo que ya intuíamos a simple vista: el trabajo en España se está precarizando a ritmos vertiginosos.
En primer lugar distinguimos los contratos a tiempo completo (aquellos que trabajan a jornada completa) de los contratos a tiempo parcial (aquellos que sólo pueden trabajar menos de 30 horas a la semana). Obviamente los salarios son menores en el último caso. Desde 2008 la proporción de contratos a tiempo parcial no ha hecho sino aumentar, en detrimento de los contratos a tiempo completo. Mientras que en 2008 el 74,4% de todos los contratos firmados eran a tiempo completo, este porcentaje cayó al 64,5% a finales de 2013.
Teniendo en cuenta que la cantidad total de contratos ha caído desde 2008, los nuevos contratos han sido mayoritariamente a tiempo parcial. Los nuevos trabajadores trabajan menos horas a la semana y reciben menos salario.
En segundo lugar, distinguimos los contratos indefinidos (aquellos que no tienen fecha de finalización) de los contratos temporales (aquellos que sí la tienen). Desde 2008 la proporción de contratos temporales ha aumentado (excepto fugazmente en el año 2012), en detrimento de los contratos indefinidos. Mientras que en 2008 el 11,5% de todos los contratos firmados no tenían fecha de finalización, este porcentaje cayó al 7,7% a finales de 2013.
Teniendo en cuenta que la cantidad total de contratos ha caído desde 2008, la inmensa mayoría de los nuevos contratos han sido temporales. Los nuevos trabajadores saben que su contrato finalizará tarde o temprano (amén de las peores condiciones de trabajo que estos contratos suelen acarrear).
Y, ¿cuán tarde o temprano finalizarán esos contratos temporales? Pues eso es lo que refleja el siguiente gráfico, que indica el número medio de días que tienen de duración este tipo de contratos. Mientras que en 2008 la duración media era de 78,5 días, en 2013 esa cantidad se redujo a 54,7 días.
En resumen, los nuevos empleados españoles suelen trabajar menos de 30 horas semanales y con una duración de contrato cada vez más breve. Esto tiene como consecuencia una mayor precarización del trabajo, pues a la par que la duración del contrato también empeora la remuneración así como otras condiciones laborales que aquí no analizaremos.
Sin embargo, estos datos no nos dicen nada de las condiciones de trabajo de esos nuevos trabajadores que ahora cotizan a la seguridad social: no nos dicen cuánto trabajarán, ni cuánto cobrarán, ni siquiera cuánto cotizarán a la Seguridad Social.
A continuación se utilizarán una serie de datos que ofrecen los Servicios Públicos de Empleo para dibujar un mapa más completo de la evolución del mercado laboral. Aunque estos datos presentan limitaciones importantes que no pueden ser olvidadas, los resultados son coherentes con lo que ya intuíamos a simple vista: el trabajo en España se está precarizando a ritmos vertiginosos.
En primer lugar distinguimos los contratos a tiempo completo (aquellos que trabajan a jornada completa) de los contratos a tiempo parcial (aquellos que sólo pueden trabajar menos de 30 horas a la semana). Obviamente los salarios son menores en el último caso. Desde 2008 la proporción de contratos a tiempo parcial no ha hecho sino aumentar, en detrimento de los contratos a tiempo completo. Mientras que en 2008 el 74,4% de todos los contratos firmados eran a tiempo completo, este porcentaje cayó al 64,5% a finales de 2013.
Teniendo en cuenta que la cantidad total de contratos ha caído desde 2008, los nuevos contratos han sido mayoritariamente a tiempo parcial. Los nuevos trabajadores trabajan menos horas a la semana y reciben menos salario.
En segundo lugar, distinguimos los contratos indefinidos (aquellos que no tienen fecha de finalización) de los contratos temporales (aquellos que sí la tienen). Desde 2008 la proporción de contratos temporales ha aumentado (excepto fugazmente en el año 2012), en detrimento de los contratos indefinidos. Mientras que en 2008 el 11,5% de todos los contratos firmados no tenían fecha de finalización, este porcentaje cayó al 7,7% a finales de 2013.
Teniendo en cuenta que la cantidad total de contratos ha caído desde 2008, la inmensa mayoría de los nuevos contratos han sido temporales. Los nuevos trabajadores saben que su contrato finalizará tarde o temprano (amén de las peores condiciones de trabajo que estos contratos suelen acarrear).
Y, ¿cuán tarde o temprano finalizarán esos contratos temporales? Pues eso es lo que refleja el siguiente gráfico, que indica el número medio de días que tienen de duración este tipo de contratos. Mientras que en 2008 la duración media era de 78,5 días, en 2013 esa cantidad se redujo a 54,7 días.
En resumen, los nuevos empleados españoles suelen trabajar menos de 30 horas semanales y con una duración de contrato cada vez más breve. Esto tiene como consecuencia una mayor precarización del trabajo, pues a la par que la duración del contrato también empeora la remuneración así como otras condiciones laborales que aquí no analizaremos.