El tabaco y las tasas universitarias, lo que más ha subido desde que se inició la crisis
En los cinco años
transcurridos desde
la caída de Lehman Brothers el crecimiento de los precios ha sido
moderado. Han subido el 8,4%. Menos de la mitad que los cinco años
anteriores. Sin embargo, esa moderación no se ha repartido por igual. El tabaco
se ha encarecido un 70% y las tasas universitarias el 47%. Por el contrario, la
crisis ha desplomado los precios de los aparatos eléctrónicos personales, desde
los móviles a las cámaras de fotos y los ordenadores: en conjunto se han
abaratado un 45%. Salvo algunas excepciones, se han disparado servicios o
productos de los que el ciudadano no puede prescindir, mientras que se abarataba
todo lo que se ha dejado de comprar por las penurias
económicas.
En general, el consumidor ha sufrido la necesidad de las administraciones de
conseguir dinero que no lograban con los grandes impuestos. El tabaco es un
ejemplo: casi cada vuelta de tuerca en el ajuste ha ido acompañada de una subida
a los fumadores, que ahora pagan un 70% más que en septiembre de 2008.
Más grave ha sido el incremento de las
tasas universitarias, que ha encarecido un 47% el ir a la universidad.
Los ayuntamientos y comunidades también han sobrecargado los precios de sus
servicios: por el agua, la recogida de basura y el alcantarillado cobran un 28%
más. No acaba aquí el ahogo para pagar los gastos de la vivienda: el
recibo de la luz se ha disparado un 33%.
La salud también ha pagado la crisis con
mayores costes para el usuario. Los
medicamentos se han incrementado el 19%, como consecuencia del copago y
la salida de muchos fármacos del sistema público. Y medicina privada,
teóricamente tan competitiva, se ha disparado aun más: los seguros médicos se
han encarecido el 28%.
La comida en general ha registrado una subida
inferior a la media de la inflación. Pero dos alimentos básicos se han
disparado: las frutas frescas, cuestan ahora un 38% más. Y las patatas un
30.
Caso aparte es el de las joyas, obviamente prescindibles. Se han
disparado un 54%, como consecuencia de la espectacular subida del oro, un valor
refugio.
Hay otra cosa que refleja claramente las estrecheces de la
crisis. La ropa se vende un 7% más barata, los coches, tan reacios a bajar, se
han abaratado un 3,5% y los electrodomésticos un 4%, muestra de las dificultades
para vender. Mientras, reparar un coche, una lavadora o unos zapatos se ha
disparado con una subida entre el 15 y el 19%.
Lo que ha tirado los
precios la crisis ha sido lo que posiblemente se compraba con más alegría,
sustituyendo uno tras otro en poco tiempo: los equipos electrónicos: móviles,
cámaras de fotos ordenadores o equipos de sonido. La caída de las compras, la
saturación del mercado y la entrada de fabricantes más baratos ha provocado un
descenso del 45%.
Lo que no ha logrado abaratar ni la crisis, ni la caída
de consumo ha sido el carburante: gasolinas y gasóleos se han encarecido el 20%.
Mientras, el transporte aéreo, pese a que las compañías no paran de lanzar
ofertas, ha subido en realidad el 17%.