En el estado español, el paro se constituyó en nuestro mercado de trabajo, a
partir del 2008, en el símbolo de la crisis económica, y debido a la rapidez de
destrucción de empleo que comporta el modelo económico especulativo-financiero,
los gobiernos de Zapatero y de Rajoy, fuerzan medidas legislativas
intervencionistas para desregular el modelo de relaciones laborales, con la
excusa de “un buen fin”, frenar la destrucción de empleo y generar las
condiciones atractivas para el capital, como para que éste invierta y genere
empleo.
Dos reformas laborales, la del 2010 de Zapatero abre el camino para la
flexibilidad externa y la interna: descausalizando las contrataciones y
facilitando el despido descausalizando así mismo, a la vez que abaratando su
precio. Rajoy en el 2012 (primero en forma de decretazo en febrero y
posteriormente en forma de ley en julio, con el añadido de la reforma de la
reforma del decretazo de agosto), liberaliza “ad infinitum” el marco de
relaciones laborales, liquidando el mínimo componente democrático aún existente
en dicho modelo y consagrando la libertad del empresario y en consecuencia su
voluntad unilateral y su discrecionalidad, como norma (ley) de obligado
cumplimiento para el otro “actor” de la relación salarial, el trabajador/a.
La fuerza de trabajo es elevada a la categoría de “mercancía” (usar o mejor,
mal usar y tirar), a la vez que el trabajador/a es considerado como un coste
variable: sus salarios se ven decrecidos; los precios pagados por el tiempo de
trabajo ni tan siquiera llegan a la categoría de saldos, pues se obliga a
trabajar millones de horas a coste cero; las condiciones de trabajo pueden ser
alteradas a la libre discrecionalidad y voluntad empresarial; desprenderse de
cientos de miles de trabajadores y trabajadoras se convierte en el “deporte más
practicado” y, por supuesto, los traspasos de empleado/a a parado/a, son
indemnizados con un 60% menos que antes y, además, se le arrebata la médula
espinal del trabajador/a: se le elimina su poder sindical, debilitando la
negociación colectiva.
La actual estructura del mercado de trabajo, no es producto de la “casualidad
o de las coyunturas económicas de crisis, recesión o depresión”, como tampoco lo
es de las “leyes del mercado” no escritas y naturalizadas por obra y gracia de
las élites dominantes. La actual coyuntura del mercado de trabajo, al igual que
la de las dos últimas décadas del siglo pasado, es decir años 90 y dos mil, son
producto de normas (leyes) generadas y creadas por personas muy concretas:
gobiernos que legislan al dictado de empresarios y poderosos y, a veces
(demasiadas) con el “consenso social” de sindicatos bien por acción ejecutiva,
bien por omisión e incomparecencia en el conflicto.
La constitución de este orden social, precario para todos y todas, dramático
para millones y, empobrecedor material y culturalmente (conciencia, ideología,
educación), en el terreno laboral, se expresa en los denominados modelos de
relaciones laborales antidemocráticas, autoritarias y carentes de libertad, que
son las Reformas Laborales y, especialmente la Reforma Laboral del PP.
La Reforma Laboral, el modelo de relaciones laborales “impuesto” a millones y
millones de personas, ha logrado “normalizar” ante la sociedad, la impunidad de
los responsables de la violencia sistémica más grave de las últimas décadas: la
violencia de los actos privados empresariales, sean éstos públicos,
semi-públicos, multinacionales o PYMEs, que privan a millones de personas
asalariadas no sólo de su estatuto de trabajador/a (empleo y derechos), sino, a
la vez, les impide la acción libre de trabajar o no salarialmente.
Primero se les quita el salario (su sustento), o bien se les “roba”
directamente un tanto por ciento significativo del mismo por medio de mecanismos
directos: bajar su salario, no pagarles por el tiempo total de trabajo, es decir
hacerles trabajar gratis, o mecanismos indirectos: si no quieres verte en el
paro acepta cambiar el contrato de tiempo completo a parcial o cambia de función
por un trabajo descualificado y/o de menor precio. Y, segundo, niegan
prestaciones, rentas básicas o salarios sociales suficientes para una vida digna
y plena fuera del mercado de trabajo del cual son expulsados.
Tercero, además, se les desnuda de sus derechos de ciudadanía al privatizar
las necesidades básicas (educación, vivienda, salud).
El debate falso sobre los “costes laborales y sociales” como brebaje
salvador, ya ha sido resuelto por la realidad de este año y pico de Reforma
Laboral.
Devaluación masiva de las rentas salariales, donde los salarios de Convenio,
desde febrero 2012 a diciembre del mismo año, según el Ministerio de Trabajo la
subida media de los convenios firmados se situó en el 0,6%, mientras que la
inflación fue del 2,9%.
Disminución significativa de los costes Laborales al primer trimestre 2013:
El coste laboral de las empresas baja un 1,4% en el primer trimestre de 2013
respecto al mismo periodo del año anterior. El coste salarial por trabajador y
mes disminuye un 1,8%. Por su parte, los otros costes descienden un 0,3%. El
coste laboral por trabajador disminuye un 1,1% en tasa anual y el coste laboral
por hora efectiva baja un 0,4%.
Negociación colectiva y poder sindical inhabilitados: la cobertura de los
convenios ha decaído drásticamente La consecuencia dramática es el hecho
político del desplazamiento (remplazar) de la contractualidad como método, es
decir la capacidad de llegar a acuerdos por las partes, por el principio
autoritario de unilateralidad del empresario que determina no sólo las
condiciones individuales del trabajo sino también las colectivas.
DESPIDOS: se han destruido cerca de 700.000 puestos de trabajo desde julio
2012 a julio 2013. El incremento de los ERE en el 2009 se elevó un 310%. El
incremento del 2012 sobre el 2011 fue de un 167%. El incremento de
trabajadores/as afectados 2009 sobre el 2008 se elevó al 371%. El incremento de
trabajadores/as afectados 2012 sobre el 2011 lo hizo en un 140,64%
Los datos aportados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) señalan
que en el año 2009 el PIB cayó en España el -3,7% y que en 2012 la economía
volvió a sufrir una caída del -1,4%. Estas caídas en la actividad provocaron un
durísimo ajuste en el empleo que se llevó por delante 1,2 millones de puestos de
trabajo en 2009 y de 850 mil en 2012.
¿Donde narices entran las alternativas denominadas de izquierda, que apuestan
por el “pleno empleo”, cuando éste no sólo no le es necesario al actual modelo
de capitalismo, sino que ni tan siquiera debiéramos planteárnoslo si creemos en
que el planeta aún tiene alguna posibilidad de no “estallar”?
Estas alternativas eluden el origen del problema, que empresarios, gobiernos
y con excesiva frecuencia en el tiempo -y en los contenidos-, los sindicatos
mayoritarios también, han construido, consentido e implantado todas las
políticas económicas y sociales, basadas en la reducción del precio del trabajo,
la pérdida de derechos laborales y libertades sindicales y sociales, basando,
unos y otros, nuestras condiciones de empleo, de pensión, de vivienda, de
transporte, de alimentación, en el “crecimiento y crecimiento de la economía” ,
hasta hacer desaparecer del debate social el verdadero problema, y el verdadero
debate: el del abolir hoy y aquí, el trabajo asalariado obligatorio.
¿LIQUIDACION FINAL?
Gran parte de las clases asalariadas –no todas, aun-, nos encontramos con el
agua al cuello y, millones de personas, son ahogadas con la expoliación de sus
derechos fundamentales, el empleo y un salario suficiente para vivir con
dignidad, y la expropiación de sus rentas [bien salariales, bien de sus
pensiones y prestaciones], sirven para financiar la gran estafa del sistema
financiero.
Los fundamentos básicos del estado Social y de Derecho [fundamentos fuertes
de la sociedad del bienestar], que hasta ahora, constituían los pilares de las
democracias representativas, fueron quebrados desde el mismo momento que se
modificó el artículo 135 de la CE por medios espurios, no sólo antidemocráticos:
“siempre habrá dinero para pagar los intereses y el capital de una deuda
absolutamente ilegítima, a banqueros, fondos de inversión y demás buitres”.
Tenemos que repartir seriamente el trabajo y, tenemos que trabajar en
trabajos que creen verdadero valor, en aquellos trabajos que tienen que ver con
la vida: la salud, los cuidados, la tierra, el entorno, la alimentación. Y
tenemos que repartir la riqueza e imponer e imponernos todos y todas que con lo
suficiente es bastante.
El ¿cómo?, pues parece que como siempre, con la voluntad sensata y ética de
cada persona y la fuerza de esas voluntades de la mayoría social. Parece que
esto tiene y ha tenido un nombre a lo largo de la historia de la humanidad:
revolución.
DMC