Carta de una trabajadora de telemárketing: "Al otro lado del teléfono hay una persona"
Llevo 11 años trabajando en el sector del telemarketing, vendiendo desde suscripciones a periódicos varios, máquinas de gimnasia pasiva, concertación de visitas, libros y no se extrañen, incluso colchones.
Por suerte, acabo el 6 de septiembre, me prejubilo. Esta carta es en apoyo a todos mis compañeros que trabajan actualmente. A muchos con los que he compartido el día a día los he visto llorar, con ataques de ansiedad. Sí, no les extrañe lo que les cuento porque, al estrés que conlleva estar con unos auriculares puestos durante 8 horas, 50 minutos de descanso repartidos, entrando fichas continuamente en tu pantalla del ordenador, se suma también la ansiedad que te crea el hecho de que no vendas nada durante dos días, ya que te viene uno de los coordinadores de la empresa diciendo que espabiles, y ese 'espabilar' significa que al tercero ya puedes estar de patitas en la calle.
Si a todo esto le sumamos los señores que encontramos al otro lado del hilo telefónico, los que han tenido un mal día o están nerviosos, y te contestan con palabras que te duele hasta el alma, y tú te tienes que morder la lengua y encima pedir disculpas, imagínense ustedes cómo puedes acabar el día.
En primer lugar, quiero pedir perdón porque a veces llamamos en horas que uno ya está agotado --a mí me ha pasado-- pero miren, solo con que digan un "no me interesa", nosotros nos despedimos y ya les dejamos tranquilos, pero que no les sirva de desahogo esa llamada.
Por favor, ayuden a mis compañeros a que su jornada laboral sea un poco más agradable. Necesitan ese trabajo para poder pagar sus facturas, como ustedes y como yo. Les aseguro que es un trabajo muy duro, y cada vez más por cómo va el país.