Artículo de Malatesta
“Tierra y Libertad” 26 de Julio de 1.910
Existe la idea general de que nosotros, porque nos llamamos revolucionarios, entendemos que la anarquía debe venir de golpe y porrazo, como consecuencia inmediata de una revolución que derribará violentamente todo lo que existe y lo substituirá con instituciones verdaderamente nuevas.
Y a decir verdad no faltan compañeros que de tal modo conciben la revolución.
Este prejuicio explica por qué muchísimos adversarios de buena fe creen que la anarquía es una cosa imposible, y explica por qué algunos compañeros, al ver que dadas las presentes condiciones morales del pueblo la anarquía no pude venir enseguida, oscilan entre un dogmatismo que les coloca fuera de la vida real y un oportunismo que prácticamente les hace olvidar que son anarquistas y que por la anarquía deben combatir.
Cierto es que el triunfo de la anarquía no puede ser el efecto de un milagro y no puede venir en contradicción de la ley general axiomática de la evolución, ya que nada sucede sin una causa eficiente, y nada puede hacerse sin tener la fuerza para hacerlo.
Si quisiéremos sustituir un gobierno por otro gobierno, es decir, imponer nuestra voluntad a los demás, entonces bastaría la fuerza material necesaria y derribar a los opresores actuales y ponernos en su lugar.
Pero nosotros, al contrario, queremos la anarquía, que es una sociedad fundada en el libre y voluntario acuerdo en que nadie pueda imponer su voluntad a nadie y en que todos puedan hacer lo que quieran y puedan voluntariamente concurrir al bienestar general, y esta sociedad no habrá definitivamente triunfado hasta que todos los hombres no quieran ser mandados ni quieran mandar a los demás, y comprendan las ventajas de la solidaridad y sepan organizar un modo de vida social en que no queden ni huellas de violencia y de imposición .
Y como que la conciencia, la voluntad y la capacidad se desarrollan gradualmente y hallan ocasión y medio de desarrollarse en gradual modificación del ambiente, en la realización de las voluntades a medida que se forman y se hacen imperiosas, así la anarquía no puede venir si no poco a poco, creciendo gradualmente en intensidad y extensión.
No se trata, pues, de actuar la anarquía un día cualquiera de estos o dentro de diez siglos, si no de caminar hacia la anarquía hoy, mañana y siempre.
La anarquía es la abolición de la explotación y de la opresión del hombre por el hombre, es decir, la abolición de la propiedad individual, y del gobierno, la anarquía es la destrucción de la miseria, de las supersticiones, del odio.
Por consiguiente, cada golpe asestado a las instituciones de la propiedad individual y del gobierno, toda elevación de la conciencia popular, todo lo que sea igualación de condiciones, cualquier mentira desenmascarada, cualquier parte de la actividad humana substraída a la inspección de la autoridad, todo aumento del espíritu de la solidaridad y de iniciativa son un paso hacia la anarquía
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