Una grande y... y... ¿? ¿?
Este gobierno quiere que las protestas sean de otra manera. Si queremos protestar lo haremos, pero con ley y orden, y si no: ¡leña! Es decir, no tantos juntos, ni tan furiosos, ni uno sólo anónimo, todos bien identificados.
Mejor si vamos en fila india. Primero los descontentos, después los incómodos, por detrás los de la izquierda más pacata y en último lugar los zurdos irrecuperables, los concienciados de veras y esos raros, raros que desafían el sistema y son un ejemplo malo.
Puede ser que también prefieran distribuirnos según nuestras proclamas; los independentistas los lunes, los necesitados de justicia los martes, los desahuciados los miércoles, los parados los jueves, los enfermos los viernes, los iletrados los sábados y los domingos, por ejemplo, descansamos.
Desde luego que tienen ideas buenas estos atolondrados, es que si no se obliga a la gente a manifestarse ordenadamente, a los policías no les queda más remedio que el disparo a bocajarro y luego hay heridos y la sangre queda como testimonio y lo peor es que hay que dar explicaciones y a los infiltrados hay que pagarlos y esta jodida costumbre de grabarlo y difundirlo todo les deja sin excusas, con los pantalones bajados.
En fin, que a mí me parece buena idea que los que tengan quejas lo hagan pidiendo permiso por escrito, amoldándonos a un día del mes o de la semana, separándonos por sexo, religión, ideología.
En resumidas cuentas lo que quieren con estos rebuznos es silenciar los gritos de quienes tienen la casa embargada, el salario ausente o a la baja, el pan sin repartir.
Como si fueran otros tiempos, no muy lejanos, donde reinaba el horror de los pies descalzos y callados por cojones o mejor dicho, callados en los paredones.
Silvia Delgado Fuentes