Perdón, se roba
Hasta ahora sabíamos por experiencia propia que los dos partidos dinásticos turnantes acostumbran a prometer una cosa en sus programas electorales y luego, cuando ya han obtenido el cheque el blanco de la ciudadanía en las elecciones, hacer todo lo contrario, es decir, volverse contra quienes pagan sus salarios. Es la lógica expoliadora con que nos gobierna la clase política. Pero ahora está dando un paso más en su abyección. Piden perdón por las fechorías perpetradas, hacen circular videos para propagar su presunto arrepentimiento, y al mismo tiempo siguen robando con el mayor descaro.
Catalunya ha sido el último testigo de cargo de las nuevas hazañas de esta mafia organizada. Convergencia i Unió, el partido que se lleva la palma de las políticas de ajustes y recortes en esa comunidad, se lanzó hacia esa fuga hacia adelante que a menudo significan los comicios envuelta en la bandera de conveniencia del soberanismo catalanista al tiempo que los nombres de sus máximos dirigentes aparecían como titulares de una gran red de evasión fiscal. El Partido Socialista Catalán (PSC), por su parte, dispara su prédica electoral denunciando la corrupción de su adversario y nada más cerrarse las urnas se sabe que el número dos del partido y el alcalde socialista de Sabadell están imputados por una trama de corrupción urbanística.
¿Es una casualidad que precisamente CiU y el PSC sean los dos partidos que en la consulta del 25-N hayan obtenido los peores resultados de su historia? La gente puede ser ingenua pero no es tonta. Tiene memoria de elefante, sobre todo cuando, como en estos momentos, son los ciudadanos de a pie quienes están pagando la crisis provocada por el sistema financiero gracias al consentimiento de los partidos gobernantes. Si el caso Filesa, también con epicentro en el socialismo catalán, representó reventar la Cueva de Ali Babá durante la etapa de Felipe González, el morrocotudo Gürtel ha sido y es el gran atraco del periodo aznarista.
Son unos consumados bribones. Piden perdón con una mano mientras con la otra están en el sablazo nuestro de cada día. De casta le viene al galgo. El Rey Juan Carlos, jefe del Estado y de las Fuerzas Armadas, dos funciones que a menudo se confunden, también pidió perdón (“lo siento, no volverá a ocurrir”) cuando hizo de matarife de especies en peligro de extinción, pero no ha tardado en volver a las andadas. Mientras el Gobierno de la nación que el representa acomete una brutal expropiación de la sanidad pública, el monarca se convierte en icono de la odiosa privatización acudiendo con nuestro dinero a un centro de la mayor red hospitalaria empresarial de España. No hay por donde cogerles.
Roban, atracan, se lo llevan crudo y luego, cuando una ínfima parte de sus latrocinios salen a la luz, con cara de poker y si no hay más remedio, ponen en marcha fulleras comisiones de investigación, que siempre acaban como en el dicho “reunión de pastores...”, Ellos se lo guisan y ellos se lo comen. Basta ver el cinismo con que muchos de estos malhechores de alto copete han hablado en las comisiones de investigación sobre Bankia, los EREs andaluces o el desastre de la sala de fiestas Madrid Arena. Comisión de Investigación significa carpetazo y si te he visto no me acuerdo.
Así, la corrupción que no cesa. Y ello porque seguimos siendo la vaca que alimenta sus peores instintos. Hemos aceptado como normal y racional lo que es irracional y flagrantemente paranormal. Salvar a la banca privada con nuestro dinero para que continúe con los desahucios tras haberse zampado a las cajas de ahorro que destinaban sus beneficios a obra social porque sus amigos en el gobierno de turno se lo pusieron a huevo, es una monstruosidad.
Como ahora mismo, que vamos a sufragar el rescate bancario aprobado por la Unión Europea cuando su consecuencia social será echar a la calle a más de 8.000 trabajadores del sector... que pasarán a cobrar el paro que pagamos todos los contribuyentes. Y para más inri el hombre que dirige la operación exterminio en Bruselas es ni más ni menos que el penúltimo secretario general del PSOE, Joaquín Almunia, comisario de la Competencia ad hoc y prohombre del partido de la oposición que nos va a sacar las castañas del fuego. Así se las ponían a Felipe II.
Rafael Cid