El feminismo: un movimiento
de pensamiento
Entre los movimientos de pensamiento que han tenido mayores despliegues en los últimos cincuenta años, se encuentra el feminismo. Desde el feminismo se ha alentado la producción teórica, artística, literaria, documental, discursiva… de mujeres de todo el mundo.
El feminismo ha constituido el espacio de encuentro de diversas expresiones de rebeldía y subversión de las mujeres, de sus acciones organizativas y alianzas políticas, de sus debates y búsquedas prospectivas, en la configuración de un proyecto común: transformar las relaciones de dominación que median entre hombres y mujeres, desde la implementación de nuevas formas de humanidad, nuevos modelos de convivencia, participación y organización social.
Considerando los movimientos de pensamiento como expresiones ideológicas de un grupo o sector determinado y su particular manera de percibir e interpretar la realidad… como… conjunto de representaciones, valores y creencias.”
Podemos identificar el feminismo como un movimiento de pensamiento que ha acuñado las propuestas políticas de aquellas mujeres que – rompiendo con la enemistad histórica que el sistema de dominación ha fomentado entre nosotras – propugnamos por el respeto a la diferencia, la autonomía y libertad de las mujeres. Instaladas en una nueva manera de percibir la realidad – con las gafas violetas (por supuesto) – que nos permiten identificar los sesgados flujos de poder que bordean la definición de lo femenino y masculino, como construcciones sexualizadas y generizadas.
El feminismo ha generado un movimiento de pensamiento, que partiendo de una mirada crítica de la realidad, desarrolla un permanente esfuerzo deconstructivo – de comportamientos, instituciones, representaciones simbólicas, relaciones y pactos instituidos desde la supremacía masculina – y apunta a la construcción de una sociedad incluyente que reconozca a las mujeres como sujetas políticas, protagonistas de nuevas historias.
Este movimiento de pensamiento tiene un amplio escenario ya que – superando fronteras, culturas y nacionalidades – mujeres de distintos grupos étnicos, de distintas edades, de distintos países se han pronunciado, enlazando su voz a esta ruptura del continuo genérico.
El feminismo registra los aportes, los recorridos, las experiencias vitales, los sueños y los deseos de las mujeres, potencia nuevos valores éticos, nuevos lenguajes y nuevas prácticas, discursos – más holisticos colectivos y abiertos – que rompiendo por fin con los tradicionales metarelatos épicos de exaltación al heroísmo viril, inauguran nuevas maneras de ser y estar en el mundo.
En Guatemala, el feminismo como movimiento de pensamiento encuentra sedimento en los discursos de algunas intelectuales de los años setenta, en las migraciones políticas generadas en los años del conflicto armado, en el movimiento de mujeres por la vida de las y los desaparecidos en los años ochenta, en los avances de la participación política de las guatemaltecas en los años noventa, en los estudios de género y las propuestas creativas transgresoras de las mujeres en el nuevo siglo. Es todavía una primicia. Pero son muchos los esfuerzos por articular un discurso político coherente con una práctica, una conciencia y un posicionamiento feminista.
El feminismo como movimiento de pensamiento es una propuesta viva que cada día cobra mayor vigencia, articula palabras, poemas, discursos, imágenes, manifiestos. Un movimiento que se cuestiona cada vez más la desigualdad, la violencia, la discriminación, el caos sociopolítico, la crisis económica, la vulneración de la seguridad ciudadana. Que ante el vacío de proyecto político partidario, la deslegitimación del Estado, el resurgimiento de modelos autoritarios, la perdida de valores solidarios y la indolencia generalizada, genera propuestas.
Un movimiento de pensamiento que sustenta en su ejercicio critico su capacidad de trasgresión, que se abre a las posibilidades creativas. Sus interrogantes recorren todos los tópicos, sus búsquedas todas las disciplinas. Lo alienta la propuesta política de transformación radical de la realidad, partiendo de transformarnos nosotras mismas, de desmontar los andamiajes del deber ser, de hacer una ruptura con lo heterodesignación. De la critica a nuestras formas de relacionarnos, nuestros modelos de sociedades. Del cuestionamiento a la manera en que interactuamos con nuestro entorno ambiental.
Es un movimiento de pensamiento que nos compromete a cuestionarnos todo, a dejar atrás todas las mascaras impuestas y optadas, a desechar el miedo a darnos tiempo para fraguar nuestros sueños y deseos, a encontrarnos en el propósito común de dar voz al silencio acumulado de las mujeres y nombrar la realidad y el mundo como nuestro cuarto propio.
Escrito por Guisela López
para Ciudad de Mujeres