"Nos comen el tarro. La manipulación como arma para la dominación"
La verdad nos hará libres, pero la mentira gobierna el mundo en plena era de la sociedad de la información. Sobre estas premisas contradictorias se basa la “construcción social de la realidad”. La información veraz es un activo esencial para comprender el mundo que nos rodea, y por tanto un pilar de la democracia en cuanto autogobierno del pueblo. Pero en la práctica es una realidad virtual, falsa realidad creada por los medios de comunicación de masas, lo que determina las relaciones sociales y la experiencia individual.
El sistema está hecho para que unos pocos dominen a muchos, y esta anomalía requiere que esos muchos piensen como interesa a los pocos.
Es el juego de la intermediación, de la representación, mediante la cual los representados (los de abajo) delegan en sus representantes (los de arriba) con fe ciega, gracias a que previamente “los media” y sus agentes de influencia han troquelado vidas y conciencias. La gota malaya de noticias, imágenes, sonidos y opiniones es el arsenal que facilita la servidumbre voluntaria. Orwell fue su profeta y el libro “1984” su Biblia.
Igual que el perro de Paulov, de tanto comer a toque de campana, terminó segregando jugos gástricos cuando percutía el badajo aunque la escudilla estuviera vacía, las personas asociamos lo que sale en la tele, se escucha en la radio o se lee en la prensa con la realidad. Y sin embargo no siempre es real la realidad. A veces solo es su representación, su copia. Aquello de las pelis: “se advierte que cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia”. Ficción bien interpretada.
Por eso la historia se repite y parece que nunca aprendemos. Con la treta de las “armas de destrucción masiva” se justificó la guerra de Irak, y con la excusa de que “nadie podía preverlo” nos colgaron la crisis económica-financiera que nos devora. Goebbels sabía que una mentira repetida mil veces puede convertirse en realidad. Por eso hoy los políticos son magos de la información, y cuando fracasan en su empresa de seducción suelen achacarlo a un “problema de comunicación”. Sin ir más lejos, el PSOE acaba de celebrar su Conferencia Política bajo el lema ¡conectamos!
Así que la lucha por la información veraz es parte sustancial de la lucha por la emancipación y la democracia. Es cierto que la verdad nos hará libres, pero no lo es menos que solo la libertad nos hará verdaderas personas. Y mientras mantengamos el vicio de pensar, hay sitio para la esperanza.
Es el juego de la intermediación, de la representación, mediante la cual los representados (los de abajo) delegan en sus representantes (los de arriba) con fe ciega, gracias a que previamente “los media” y sus agentes de influencia han troquelado vidas y conciencias. La gota malaya de noticias, imágenes, sonidos y opiniones es el arsenal que facilita la servidumbre voluntaria. Orwell fue su profeta y el libro “1984” su Biblia.
Igual que el perro de Paulov, de tanto comer a toque de campana, terminó segregando jugos gástricos cuando percutía el badajo aunque la escudilla estuviera vacía, las personas asociamos lo que sale en la tele, se escucha en la radio o se lee en la prensa con la realidad. Y sin embargo no siempre es real la realidad. A veces solo es su representación, su copia. Aquello de las pelis: “se advierte que cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia”. Ficción bien interpretada.
Por eso la historia se repite y parece que nunca aprendemos. Con la treta de las “armas de destrucción masiva” se justificó la guerra de Irak, y con la excusa de que “nadie podía preverlo” nos colgaron la crisis económica-financiera que nos devora. Goebbels sabía que una mentira repetida mil veces puede convertirse en realidad. Por eso hoy los políticos son magos de la información, y cuando fracasan en su empresa de seducción suelen achacarlo a un “problema de comunicación”. Sin ir más lejos, el PSOE acaba de celebrar su Conferencia Política bajo el lema ¡conectamos!
Así que la lucha por la información veraz es parte sustancial de la lucha por la emancipación y la democracia. Es cierto que la verdad nos hará libres, pero no lo es menos que solo la libertad nos hará verdaderas personas. Y mientras mantengamos el vicio de pensar, hay sitio para la esperanza.